El pasado diciembre, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), imputó a más 100 ganaderos y veterinarios por emplear ilegalmente una hormona para acelerar la producción lechera de las vacas. Las detenciones formaron parte de la operación Brucella, un operativo que el Seprona inició hace más de un año, y en el que se han incautado hasta la fecha cientos de dosis de somatropina bovina, una sustancia prohibida en la Unión Europea. Según aseguró la propia Guardia Civil, la hormona tiene graves efectos sobre la salud de las personas y provoca, además, importantes lesiones en los animales.

El operativo, que sigue abierto, hace que nos hagamos de nuevo la misma pregunta: ¿Qué estamos comiendo? ¿Podemos fiarnos de lo que servimos en la mesa?

La legislación europea es una de las más restrictivas del mundo en cuanto al uso de fármacos en el ganado, y una de las que más se preocupa del bienestar animal, pero en tiempos de crisis hay quien intenta por todos los medios acelerar la producción. Es algo que preocupa a las autoridades, a los ganaderos que no entran en este juego, que se enfrentan a una competencia desleal, y cada vez más a los consumidores, que no saben qué se están llevando a la boca.

Los fármacos que toman nuestros animales

Cuando se habla de la medicación del ganado hay que distinguir dos tipos de tratamientos: los preventivos y terapéuticos (que sirven, respectivamente, para evitar la aparición de enfermedades y curar éstas) y los del ámbito zootécnico (que buscan incrementar el rendimiento de las reses). Son casi todos los medicamentos que cumplen esta última función los que están prohibidos en la Unión Europea.

La sanción por utilizar medicamentos ilegales es muy dura: te pueden cerrar la planta y puedes acabar en la cárcelSegún ha explicado a El Confidencial Javier Giráldez, director del Instituto de Ganadería de Montaña –un centro de investigación dependiente del CSIC y la Universidad de León–, la prohibición afecta a todas las sustancias destinadas a potenciar el crecimiento de los animales. "Se están buscando todo tipo de alternativas para mejorar el coste de producción", puntualiza Giráldez, "pero las hormonas y los antibióticos, para este uso, están prohibidos".

¿Quiere decir esto que no se usen? "Los ganaderos no pueden hacer lo que les dé la gana", asegura Giráldez, "otra cosa es que hagan trampa y compren sustancias fuera del circuito normal. En el ambiente en el que yo me muevo no conozco a nadie que lo use, pero a veces hay casos. La sanción puede ser muy dura, te pueden cerrar la planta y puedes acabar en la cárcel".

Al margen de este tipo de sustancias ilegales, los animales reciben una serie de medicamentos legales, cuyo uso está ampliamente extendido.Los animales tienen patologías como las que podemos tener nosotros, y el veterinario les receta todo tipo de fármacos. Pero su uso está fuertemente controlado.

Un estricto protocolo, que a veces falla

Tal como explica Giráldez, cuando se usa un medicamento la legislación obliga a retirar al animal: no puede estar con el resto. Además, existe un periodo de espera para cada producto, durante el cual no se puede comercializar el animal (ni su leche). Por descontado está prohibido el uso de medicamentos sin receta del veterinario, así como la posesión de estos en las explotaciones sin el debido registro.

Aunque los porcentajes son bajos, todos los años se encuentran residuos de medicamentos ilegales en los análisis de muestras en explotaciones y mataderos"Los servicios veterinarios oficiales pueden ir a la explotación y pedir los documentos", asegura Giráldez. Además, el Ministerio de Agricultura realiza controles en las explotaciones y los mataderos dentro del Plan Nacional de Investigación de Residuos (PNIR), que es el principal mecanismo de supervisión de la seguridad alimentaria.

El objetivo del PNIR, tal como explica Giráldez, es comprobar si existen en la carne o la leche residuos de sustancias prohibidas (por ejemplo, el clembuterol, los tirostáticos, la hormona del crecimiento, etc.) o sustancias autorizadas, como los antibióticos, pero que se han usado en exceso o sin respetar los tiempos de espera. Unos residuos que, al ser consumidos por los humanos, pueden provocar importantes problemas de salud.

Los datos del PNIR son públicos. Y todos los años se detectan ilegalidades. En el caso del bovino, en el año 2012,  el Ministerio de Agricultura analizó 3640 muestras de explotaciones y 7166 muestras recogidas en el matadero. En ese año –el último para el que hay datos– se detectaron 9 positivos: 4 sustancias del grupo A (potenciadores del crecimiento prohibidos) y 5 del B (antibióticos legales que no se han usado debidamente). Es menos de un 0,1% de las muestras analizadas (o uno de cada mil filetes, lo que ya no parece tan poca cosa), pero el tamaño de la operación que está dirigiendo en este momento el Seprona parece indicar que el problema es más grande de lo que pensamos.

¿Qué tipo de sustancias podríamos encontrarnos, ilegalmente, en un filete, un vaso de leche o una chuleta de cerdo?

En los mataderos se toman muestra aleatorias para analizar la carne que se va a poner a la venta. (Efe)En los mataderos se toman muestra aleatorias para analizar la carne que se va a poner a la venta. (Efe)

BREVE GUÍA DE MEDICACIÓN ANIMAL

Medicamentos terapéuticos (legales)

Antiparasitarios

Tal como explica Giráldez, al igual que ocurre con los animales domésticos, el ganado debe tomar cada cierto tiempo fármacos antiparasitarios, "por una cuestión de salud, bienestar y producción, porque un animal parasitado tiene un menor rendimiento". Estos tratamientos están regulados y hay periodos de supresión. "Si a un animal le administro un antiparasitario, a lo mejor tengo que esperar una semana o 30 días para liberar la leche: no se puede vender", explica.

Un antiparasitario no deja de ser un veneno que mata los gusanos o lombrices que atacan al ganado y, como tal, es peligroso si no se observan los periodos de supresión y llega hasta nosotros. Por suerte es algo que, al menos en los controles del PNIR, no ha sido detectado.

Antibióticos

Son los fármacos que más polémica causan, no tanto porque sean peligrosos para los humanos, sino porque un uso indebido puede provocar una resistencia a estos que afecte a la población general. Se usan para tratar a los animales que sufren enfermedades parecidas a las que podríamos tener cualquiera de nosotros: problemas respiratorios, neumonías, problemas gastrointestinales, inflamaciones de la glándula mamaria…

En España está prohibido el uso de antibióticos como potenciadores del crecimiento, al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en China y EEUUTodos los años el PNIR detecta restos de antibióticos en las muestras analizadas, por lo que, al menos en algunas explotaciones, o no se respetan los tiempos de espera exigidos o se administran los medicamentos en cantidades que sobrepasan lo permitido.

En España está prohibido el uso de antibióticos como potenciadores del crecimiento, al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en China y EEUU. En este país, se está empezando a legislar al respecto, pero en la actualidad la industria alimentaria está consumiendo el 73% de los antibióticos que se utilizan. 

Medicamentos zootécnicos (ilegales)

Los fármacos de tipo zootécnicos son aquellos cuyo objetivo es aprovechar mejor el rendimiento de los animales. Hasta mediados de los noventa en toda Europa se usaban sustancias para potenciar el crecimiento y la producción del ganado, principalmente hormonas y antibióticos. Hoy en día sólo están aprobados un puñado de fármacos de este tipo, destinados en concreto a facilitar la digestión de los animales y estabilizar su flora intestinal. En ningún caso para potenciar su crecimiento.

El empleo de sustancias no autorizadas en el ganado es considerado una infracción muy grave, que puede conllevar sanciones administrativas, profesionales y también penales, ya que pueden constituir un delito contra la salud pública.

Una vaca hormonada produce leche un 25% más rápidoGiráldez asegura que existe un importante debate científico en torno a las sustancias promotoras del crecimiento: "Si utilizas hormonas consigues que el animal rinda más, tienes un menor coste de producción e, incluso, puedes tener un menor impacto ambiental, porque reduces la contaminación por nitrógeno, y con ella el efecto invernadero. Si se respeta el tiempo de espera te aseguro que ninguna carne que llega al mercado va a tener un residuo químico". Este tiempo de espera (una especie de cuarentena por la que pasa la carne antes de llegar al consumidor), es obligatorio en EEUU, pero no existe en España, ya que las sustancias están prohibidas. No obstante estas sustancias pueden ser detectadas –y hay casos todos los años– en los exámenes de residuos.

¿Puede una sustancia de este tipo pasar desapercibida por los controles? "Los que lo usen no sé que podrán hacer para borrar el rastro, igual dejan más tiempo de espera", explica Giráldez. No se trata sólo de un tema de salud pública –que si se cumplen los tiempos de espera no tiene porque verse afectada–, además los ganaderos tramposos están practicando la competencia desleal. Una vaca hormonada, por ejemplo, produce leche un 25% más rápido.

¿Qué ocurre si uno de esos ganaderos tramposos acaba colando en la cadena alimentaria un filete hormonado? Nada bueno. Las hormonas esteroides que algunos ganaderos han utilizado ilegalmente en el ganado (y que  utiliza la industria de forma legal en muchas partes del mundo), pueden provocar problemas en los humanos. Una comisión científica de la Unión Europea advirtió que el consumo de hormonas esteroides a través de la carne está asociado con un incremento del riesgo de padecer cáncer de mama y de próstata, algo que, según el comité, explicaría porque las tasas de este tipo de enfermedades son mayores en Norteamérica, donde estas sustancias siguen utilizándose.

Fuente http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida