Buscar este blog

martes, 28 de noviembre de 2017

La resistencia a los antibióticos, un problema de índole mundial

El grupo de Microbiología Genómica de la UBU se centra en el estudio de las resistencias antibióticas / En verano describía la presencia en Europa del gen mcr3 resistente a la colistina en animales

Desde la antigüedad el ser humano ha utilizado compuestos orgánicos para el tratamiento de enfermedades infecciosas, como el extracto de algunas plantas y hongos de algunos quesos. Ya en el siglo XX, el descubrimiento de la penicilina supuso importantes avances en la medicina, la salud y la calidad de vida de las personas. A partir de ese momento, comenzaron a desarrollarse diversos tipos de antibióticos, con los que se logró tratar toda clase de infecciones, lo que supuso un gran descenso de la tasa de mortalidad.

Sin embargo, la resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos y es que son las bacterias, y no los seres humanos ni los animales, las que se vuelven resistentes a los antibióticos

«Uno de los mayores descubrimientos de este siglo en biomedicina han sido los antibióticos, pero la aparición de las resistencias a algunos antibióticos está suponiendo uno de los mayores problemas», explica David Rodríguez, profesor y director del área de microbiología en la Facultad de Ciencias de la UBU.

Actualmente «25.000 personas fallecen por infecciones asociadas a resistencias a antibióticos en Europa, 700.000 a nivel mundial» y «se estima que antes del 2050 serán más de 10 millones en el mundo», comenta el experto, quien hace hincapié en la gravedad del problema recordando que las actuales cifras de mortalidad en las tres enfermedades que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como «estratégicas»- malaria, sida y tuberculosis- «están dejando cifras que se mueven entre un millón y un millón y medio de fallecidos al año».

En este sentido, Rodríguez recuerda que la organización ya ha advertido que este problema de resistencias «podría llevarnos a una era 'postantibiótica', lo que supondría volver a la era 'preantibiótica', es decir, dejar la cura de ciertas enfermedades en manos de la suerte».

A día de hoy y «especialmente en el ambiente hospitalario» existen «diversas bacterias que son clasificadas como 'multiresistentes'- que tienen resistencia a más de dos familias de antibióticos-; 'extremadamente resistentes'- resisten a todas las familias de antibióticos, excepto a dos- y 'panresistentes', que lo son a todas las familias antibióticas», explica el profesor.

La resistencia de las bacterias «es un proceso evolutivo y no debemos olvidar que desde el descubrimiento de la penicilina hasta hoy, el uso de los antibióticos ha sido masivo con lo cual la aparición de resistencias también se ha ido fortaleciendo». Y es que las bacterias, además de ser capaces de transmitir la resistencia de 'bacteria madre' a 'bacteria hijo' «son capaces de hacerlo también de 'manera transversal', es decir, a sus vecinos.». Esa transmisión se produce «gracias a un fragmento de ADN denominado plásmido».

La resistencia a los antibióticos aparece por dos motivos principales. Por el lado humano, «debido al mal uso de los antibióticos y es que, muchas veces en cuanto se nos pasan los síntomas dejamos el tratamiento sin cumplir con los días recomendados o simplemente tomamos antibióticos caducados, por ejemplo».

Por el lado animal, «hasta hace muy poco no se había implantado la receta electrónica por lo que cualquier ganadero podría ir a una comercial y comprar los antibióticos sin prescripción y sin un criterio facultativo», comenta. Además, «los antibióticos producen un desajuste intestinal que, en el caso de los animales, permite que dándoles la misma comida engorden más por eso los antibióticos se han usado durante mucho tiempo como promotores del crecimiento». Esta práctica está prohibida en Europa «desde principios de siglo pero no en otro países como China». En países como el nuestro, asociado a la producción intensiva y a las política de precios «se hacen los llamados tratamientos metaterapéuticos, es decir, tratar un proceso infeccioso, que sabemos que va a ocurrir, antes de que ocurra». Es el caso del momento del destete de los cerdos, «se les administra antibiótico porque en ese momento se estresan y sufren la llamada diarrea postdestete y para evitar una ruina económica se pone el antibiótico».

Colistina

Precisamente una de las principales líneas de trabajo del grupo de Microbiología Genómica que dirige Rodríguez es analizar la ecología de la resistencia a antibióticos de la cadena alimentaria, con una perspectiva 'One Health', es decir, no solo de la granja a la mesa sino desde la granja al hospital porque «colaboramos con la producción primaria de la cadena alimentaria y con los hospitales- especialmente con el Río Hortega de Valladolid».

Ahora el grupo de investigación se centra en el estudio de la ecología de resistencia a la colistina, un antibiótico de los denominados 'de último recurso', es decir, de los que se administran «cuando ya no funciona ningún otro antibiótico, para evitar el fallecimiento». Este antibiótico, «muy usado en el mundo animal», produce un efecto nefrotóxico en humanos por lo que «se descartó su uso en este ámbito hasta que hace unos años, cuando vimos que nuestro arsenal de antibióticos se agotaba porque cada vez aparecen más resistencias y las farmacéuticas no desarrollan nuevos antibióticos ya que no les es rentable, de ahí que se utilice como 'último recurso'».

Precisamente hace dos años, aparecía en China un gen resistente a la colistina asociado a un plásmido, el mcr1. Desde ese momento, «se ha descrito en todo el mundo- incluido España- tanto en animales como en humanos», explica el profesor. Ya el verano pasado «se describía el mcr2 en Bélgica, este verano se describió el mcr3 en China y nuestro grupo de investigación lo encontraba en España en animales y compañeros de Dinamarca en humanos». El pasado septiembre «volvía a describirse un nuevo gen resistente a la colistina, el mcr5», que «al estar mediado por un plásmido se puede transferir muy fácilmente a otras bacterias».

Estas apariciones, suponen la existencia de muchas resistencias a antibióticos como la colistina lo que es, sin duda, «un problema muy grave». A raíz de estas apariciones, la Agencia Española del Medicamento y el ministerio de Sanidad «han mostrado una gran preocupación porque España es el país Europeo que más antibióticos consume, más del doble que el segundo de la lista» y es que «tenemos la primera población de cerdo del continente y la segunda de ovino y vacuno, somos un país ganadero». Por ello y para evitar males mayores, «este último año se ha decidido reducir el consumo de colistina y de antibióticos a nivel general en producción primaria».

El grupo se centra ahora en nuevos retos con la investigación de otro gran grupo de antibióticos, los carbapenemos. «Nos centraremos en el estudios de sus genes- los carabapenemasas- y es que, cuando fallan las penicilinas se suelen usar estos antibióticos». Además, en colaboración con el hospital vallisoletano, el grupo trabajará en mejorar la vigilancia y el diagnóstico genético en centros sanitarios. «Nuestra idea es tratar de minimizar el tiempo de diagnóstico usando herramientas genómicas».

En cuanto a la vigilancia en el ámbito hospitalario, «queremos que sea de carácter rutinario y no asociada a brotes de bacterianos, es decir, cuando aparecen varios pacientes con la misma bacteria» y es que «muchas bacterias son capaces de sobrevivir en el ambiente y crear problemas, por ejemplo, en una UCI». Sin duda, «queda mucho trabajo por hacer».

Fuente http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/burgos/resistencia-antibioticos-problema-indole-mundial_162814.html

Los gatos previenen el asma en los recién nacidos

Los gatos previenen el asma en los recién nacidos

Un estudio señala que estos felinos inhiben la activación de un gen que dobla el riesgo de padecer la enfermedad

Los gatos inhiben la activación del gen 17q21.
 Aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial padece alergia al pelo de los gatos. Se trata de uno de los alérgenos más habituales en la actualidad y, si a esto le sumamos que uno de cada cuatro de estos pacientes también tiene asma (asma alérgica), se puede afirmar que existe una relación directa entre la inflamación de las vías respiratorias y tener un gato cerca. Sin embargo, un estudio acaba de probar que, al menos en neonatos, estos felinos ayudan precisamente a prevenir el desarrollo del asma.

Se trata de una investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios de Copenhague sobre el Asma en la Infancia (Copsac), que concluye que los gatos neutralizan en los recién nacidos la activación de un gen que duplica el riesgo de que desarrollen asma. De hecho, la presencia de un felino en casa con neotatos impide la activación del gen a lo largo de toda su vida.

Un descubrimiento que va más allá de la simple vinculación entre gatos y ausencia de asma, ya que supone la demostración de que los genes asociados a enfermedades pueden activarse o desactivarse en función del entorno. "Este es el mensaje central porque es un reconocimiento en la dirección de cómo ocurren las enfermedades. Documenta la interacción entre la genética y el entorno en el que vivimos y, en particular, que esto ocurre muy temprano en la vida, tanto durante el embarazo como en el hogar", apunta Hans Bisgaard, uno de los autores del estudio y profesor de Pediatría.

¿Un organismo de origen bacteriológico, fúngico o vírico?

El estudio en particular evaluó a 377 niños daneses con un factor génetico de riesgo de padecer asma, ya que todas sus madres eran asmáticas. Tras mapear los genes de los jóvenes, relacionaron los datos con aspectos de su entorno, entre cuyas variables se encontraba la presencia o no de animales domésticos en casa (perro y gatos).

Han hecho falta cinco años para que los resultados demuestren que la presencia de gatos en recién nacidos eliminan el riesgo de padecer asma, a través de una variación del gen 17q21, conocido por ser el más determinante en el desarrollo de asma por parte de una persona. Curiosamente, los datos han mostrado que casi uno de cada tres sujetos portaba esta variante del gen.

Y, gracias a los datos cruzados entre genética y ambiente, se ha podido vincular este hecho a la presencia de los gatos, ya que no ocurre así con perros u otros animales domésticos. Unos resultados que indican la posible presencia de algún tipo de organismo de origen bacteriológico, fúngico o vírico que provocaría esta alteración en el sistema inmune del ser humano, tal y como especulan los autores del estudio.

Es más, esta alteración provocada por la presencia de gatos en el entorno también hace que disminuyan sensiblemente los casos tanto de neumonía como de bronquitis. Una conclusión que, sin duda, sorprende ya que nada menos que 300 millones de personas adultas padecen asma a causa de la alergia en el mundo.
 

Estas son las señales de que a tu gato le duele algo

Estas son las señales de que a tu gato le duele algo

  • Una nueva investigación señala los signos de cambio de comportamiento

Las señales han sido clasificadas entre signos "suficientes" (su presencia indica que el gato sufre, pero no necesariamente presente en todas las situaciones de dolor) y signos "necesarios" (necesarios si hay presencia de dolor, pero no siempre indicativos de dolor).

 Así, el equipo liderado por la doctora Isabella Merola y el profesor Daniel Mills de la Universidad de Lincoln han identificado 25 señales universales indicativas de algún tipo de dolor en mininos que "pueden ayudar tanto a los veterinarios como a los dueños a evaluar inicialmente el estado de dolor de los gatos a su cuidado", según destacaron en las conclusiones de la investigación.

1. Cojera

2. Dificultad para saltar

3. Camina con anormalidad

4. Va cabizbajo o encorvado

5. Está reacio a moverse,

6. Reacciona a la palpación en alguna zona del cuerpo

7. Se retira o esconde más de lo normal

 8. Ya no se asea o se lame efusivamente y con obsesión solo una parte de su cuerpo

9. No tiene apetito o ha cambiado mucho su manera de alimentarse

10. No tiene motivación para el juego, si su actividad en general disminuye mucho

11. Evita ir a frotarse contra la gente

12. Su comportamiento cambia y está irritable

13. Su peso cambia drásticamente

14. Gruñe o se queja con más frecuencia de la que estamos acostumbrados a oírle

 Estos son algunos de los signos que indican que deberíamos llevar a nuestro gato al veterinario, ya que son indicativos de que le puede estar sucediendo algo. Pero no son los únicos.

Si observamos que el gato tiene espasmos incontrolables del párpado (blefaroespasmo) o que reacciona a la luz muy brillante, podría ser indicativo, concluye el estudio, de una enfermedad ocular. Esos serían los signos de alarma que requerirían el análisis de un profesional veterinario.

Otras señales de comportamiento felino como estar más tiempo de pie, buscar más contacto con el humano, tener más apetito, dormir más o menos, ir con la lengua fuera o la boca medio abierta o rechinar los dientes, por poner unos ejemplos. No es necesariamente indicativo de una dolencia en el gato, según los investigadores de este estudio.

Uso de probióticos para mejorar la salud digestiva de los rumiantes

Un probiótico es un aditivo compuesto por microrganismos vivos

Los probióticos en la alimentación de rumiantes tienen efectos positivos sobre la producción y la salud de los animales, por lo que constituyen una alternativa al uso de antibióticos.

La producción de animales rumiantes es una fuente importante de alimentos de elevado valor nutritivo para el hombre. Además, estos animales pueden cubrir parte o la totalidad de sus necesidades nutritivas mediante la utilización de forrajes, lo que los coloca en una situación privilegiada al no competir directamente con el ser humano por los alimentos. A raíz de la prohibición por parte de la Unión Europea del uso de antibióticos como promotores del crecimiento en 2006 y más recientemente con el auge de la agricultura ecológica, se han realizado numerosos trabajos con la finalidad de optimizar la eficiencia productiva de los rumiantes mediante la modificación de la fermentación ruminal usando diferentes alternativas naturales entre las que destacan los ácidos orgánicos, los probióticos, los extractos vegetales y las enzimas (Carro y Ungerfeld, 2015; Retta, 2016).

La modificación de la fermentación ruminal es una opción en la alimentación de rumiantes cuyo objetivo es maximizar la producción animal. La población microbiana del rumen puede ser modificada mediante diferentes mecanismos. De esta manera es factible cambiar la proporción de los productos finales de fermentación útiles para el animal (ácidos grasos volátiles, amoniaco, etc.), la eficiencia del proceso de conversión de los alimentos, las emisiones de gas al ambiente (con especial interés en el metano por su potencial como gas de efecto invernadero) y la calidad de los productos finales (leche o carne). El avance en el estudio de la microbiología ruminal y el potencial de modificación de la misma resulta transcendente en la obtención de productos alimentarios seguros, con bajo impacto ambiental y que simultáneamente contemplen la productividad y rentabilidad de los sistemas de producción de rumiantes. Los agentes primarios en la modificación de la fermentación ruminal son la combinación de los alimentos utilizados, su composición y proporción relativa en la dieta (Arelovich, 2008), así como la naturaleza de los diferentes aditivos que se utilizan con este fin. Dentro de estos aditivos, recogidos en el Reglamento 1831/2003 de la Unión Europea, los aditivos zootécnicos son uno de los grupos que suscita mayor interés desde el punto de vista de la producción animal, ya que su utilización puede mejorar el rendimiento productivo de los animales y disminuir los costes de producción. Este grupo incluye aditivos digestivos (mejoran la digestión de los alimentos ingeridos), estabilizadores de la flora intestinal (efecto positivo para la flora), sustancias que influyen positivamente en el medio y otros. Este artículo se centra en los aditivos considerados probióticos y con un efecto positivo en la producción de los animales rumiantes.

Tipos de probióticos utilizados en rumiantes

La mayoría de las bacterias utilizadas como aditivos probióticos en los animales rumiantes pertenecen a las especies Bacillus, Enterococcus y Lactobacillus, y entre los hongos destacan Aspergillus oryzae y la levadura Saccharomyces cerevisiae. En general, los cultivos de bacterias son más utilizados en los animales jóvenes en los que no ha comenzado el proceso de rumia ni el rumen se ha desarrollado por completo (prerrumiantes), mientras que los cultivos fúngicos (principalmente levaduras) se administran a animales con un rumen funcional (animales en cebo o hembras lecheras), aunque las levaduras también pueden ser eficaces en los animales prerrumiantes. Cabe destacar que en los últimos años se han autorizado en la Unión Europea por primera vez probióticos destinados a pequeños rumiantes, tanto a animales jóvenes (corderos y cabritos) como a adultos (ovejas y cabras lecheras), y a búfalas lecheras, ya que anteriormente solo estaban autorizados probióticos destinados al ganado vacuno (tabla).

Estos hechos avalan la eficacia de estos aditivos en diferentes especies y demuestran el interés de sus fabricantes por aumentar su mercado. Algunos de estos microorganismos son capaces de soportar altas temperaturas, como las utilizadas en ciertos procesos de fabricación de piensos (granulación, extrusión, etc.), pero otros no pueden sobrevivir en estas condiciones y deben ser protegidos mediante diferentes tratamientos que aseguren su eficacia, lo que suele encarecer el precio del producto comercial. En cualquier caso, para garantizar la máxima eficacia los microorganismos deben mantenerse viables hasta su administración al animal, y la forma de presentación se ha diseñado para asegurar esta viabilidad. Hay que recordar que estos aditivos deben administrarse de forma continuada a los animales, ya que los microorganismos incluidos no pueden multiplicarse en el tracto digestivo de los animales rumiantes y su supervivencia en el mismo es limitada (Chaucheyras et al., 2012; Azzaz et al., 2015 y Azzaz et al., 2016).
¿Qué se considera aditivo probiótico
La terminología asociada con la incorporación de cultivos de microorganismos a las dietas de rumiantes es inconsistente y a la vez confusa. Cabe mencionar en primer lugar la diferencia entre prebióticos y probióticos, siendo los primeros cualquier aditivo alimentario que tenga efecto beneficioso sobre la propia flora microbiana del individuo, mientras que un probiótico es un aditivo compuesto por microrganismos vivos. En 1989 Fuller definió los probióticos como "un suplemento alimenticio microbiano vivo, con efecto beneficioso para el animal hospedador, que mejora el equilibrio microbiano intestinal". Ese mismo año, la FDA (Food and Drug Administration) propuso a los fabricantes el uso del término aditivo microbiano (direct fed-microbial) en lugar de probiótico, y lo definió como una fuente de microrganismos viables que incluye bacterias u hongos (Castro-Madrigal y Jimeno-Vinatea, 2001). En 2002, tras una reunión de un panel de expertos de la FAO/OMS se propuso como definición de referencia la siguiente: "microorganismos vivos que, cuando se administran en la cantidad adecuada, confieren un beneficio a la salud del hospedador". En 2004, Fuller afinó la definición como "una preparación de microorganismos viables que es consumida por el hombre u otros animales con el objetivo de inducir efectos beneficiosos influyendo cualitativa o cuantitativamente en la microbiota intestinal o modificando su estado inmunitario".

Las bacterias como aditivo microbiano en rumiantes

Las bacterias se emplearon inicialmente por sus efectos beneficiosos a nivel posruminal, basados en el mantenimiento del equilibrio de la microflora del tracto digestivo, que limita la proliferación de especies potencialmente patógenas (Brashears et al., 2003). Además, ciertos aditivos microbianos de origen bacteriano pueden mejorar la función ruminal (Ghorbani et al., 2002; Nocek et al., 2002). La acción de estos microorganismos en el rumen tiene efectos diferentes a los que ocurren en el tracto posterior o en los animales monogástricos, ya que generalmente los aditivos microbianos en el rumen actúan en la composición de la comunidad microbiana y su actividad. Dentro de las bacterias que se utilizan en la alimentación de rumiantes encontramos, dentro de las ya autorizadas para su uso en rumiantes por la Unión Europea, diferentes cepas pertenecientes a los géneros Lactobacillus y Enterococcus. Las bacterias pertenecientes al género Lactobacillus se encuentran dentro de las más estudiadas como aditivos microbianos en rumiantes. Con la adición de un cultivo mixto de Lactobacillus acidophilus, L. casei y L. jugarti a la dieta de terneros de cebo Khuntia y Chaudhary (2002) pudieron disminuir la cantidad de concentrado en la dieta y mejorar el rendimiento de los animales. Ramaswami et al. (2005) añadieron un cultivo de L. acidophilus a la dieta de terneros en crecimiento y observaron una mejora de un 10 % en la ganancia media diaria de los mismos. En condiciones in vitro, Malik y Sharma (1998) observaron un aumento de la digestibilidad de la materia seca y la materia orgánica al añadir al medio de incubación un cultivo de L. acidophilus. Reyes et al. (2005), al evaluar estos mismos microorganismos encontraron que las vacas que los consumieron produjeron más leche, y con mayor contenido de proteínas y sólidos no grasos. Además de estas considerables ventajas productivas, los probióticos pueden tener un efecto positivo en el estado sanitario de los animales, reduciendo la incidencia de patologías y el uso de antibióticos para su tratamiento. Agarwal et al. (2002) suplementaron a terneros con alimento fermentado con diferentes tipos de probióticos (bacterias acidolácticas, L. acidophilus o Saccharomyces cerevisiae) y observaron una disminución en la incidencia de diarrea neonatal en terneros. De la misma forma, Timmerman et al. (2005) observaron una reducción de la mortalidad neonatal, del índice de diarreas y de los recuentos fecales de coliformes cuando a los terneros se le administraba una mezcla de seis lactobacilos. En un estudio a gran escala con el objeto de evaluar el efecto de los aditivos probióticos en la excreción fecal de Escherichia coli O157:H17 se observó que al suplementar la dieta de vacuno de cebo con una preparación de L. acidophilus se disminuyó la excreción fecal de la misma (Younts-Dahl et al., 2004).

 

Los hongos como aditivo microbiano en rumiantes

En la lista de aditivos microbianos autorizados en la Unión Europea para suplementación en la alimentación de rumiantes aparece uno de los más estudiados hasta el momento: la levadura Saccharomyces cerevisiae, autorizado para su uso como aditivo en vacuno lechero y de cebo, corderos, caprino y ovino lechero y búfalas. El uso de levaduras en dietas de rumiantes se remonta a 1925, cuando Eckles y sus colaboradores publicaron un artículo sobre el uso de levaduras como suplemento alimenticio para vacas lecheras, y señalaron la levadura de cervecería como una excelente fuente de proteína en las dietas para este tipo de animales. La suplementación con bajos niveles de levadura (<1% de la materia seca de la dieta) en vacas lecheras recibió atención por primera vez en la década de los 50. Sin embargo, ha sido recientemente cuando se ha analizado cómo bajos niveles de levadura suplementados en la dieta pueden estimular la productividad de los rumiantes. En general, las mejores respuestas en rumiantes se han observado en el caso de vacas lecheras y los efectos reconocidos se atribuyen principalmente al aumento de la degradación de la celulosa en el rumen y del flujo de proteína microbiana al intestino (Newbold, 2003). Este efecto puede ser la consecuencia de varias acciones de las levaduras. Por un lado, las levaduras necesitan azúcares y almidón para su metabolismo, por lo que los captan del medio ruminal. Esto evita que sean empleados por microorganismos productores de ácido láctico, lo que reduce sus niveles en el rumen y contribuye a estabilizar el pH ruminal, además de mantenerlo en niveles adecuados para una fermentación óptima. Como consecuencia, se produce un aumento de la degradación de la fibra y de la producción de ácidos grasos volátiles, lo que se traduce en una mejora de la eficiencia de utilización del alimento. Además, al aumentar la degradación de la fracción fibrosa del alimento, se puede estimular su ingestión por los animales, tal y como se ha observado en algunos estudios (Moallem et al., 2009). La respuesta a la inclusión de levaduras en la dieta de animales en lactación y animales en crecimiento es variable, atribuyéndose esta variabilidad parcialmente al tipo de dieta (Wallace y Newbold, 1993).

El mecanismo de acción de las levaduras en el caso de los animales rumiantes es múltiple y complejo: eliminan trazas de oxígeno que penetran en el rumen, lo que favorece el crecimiento de las bacterias anaerobias estrictas; compiten con las bacterias amilolíticas productoras de lactato por la glucosa y oligosacáridos, lo cual disminuye la producción de lactato; liberan al medio ruminal ácido málico que favorece el crecimiento de Selenomonas ruminantium, la cual es capaz de metabolizar el lactato hasta popionato; y producen nutrientes que estimulan el crecimiento de la bacterias ruminales. Acerca del empleo de S. cerevisiae existe un consenso general, en la bibliografía, referido a que se producen incrementos en las poblaciones de bacterias viables totales, así como en la tasa de degradación de la fibra en el rumen e incrementos en el flujo de proteína microbiana hacia el intestino delgado, lo que se traduce en la mejora de los parámetros productivos. La inclusión en la dieta de S. cerevisiae aumentó la producción de leche y el consumo de alimento en vacas que recibían dietas con elevado contenido en concentrado (50-60 %) en diferentes estudios (Williams et al., 1991; Piva et al., 1993). En dietas con proporciones de concentrado aún más elevadas (70 %) la inclusión de S. cerevisiae incrementó la degradabilidad de la materia seca y la fibra, y aumentó la producción de ácidos grasos volátiles en condiciones in vitro (Carro et al., 1992). Bach et al. (2005) evaluaron los efectos de la suplementación con S. cerevisiae en el pH ruminal de vacas en lactación y observaron que el pH ruminal medio fue mayor cuando las vacas recibieron levaduras que cuando no se suplementaron y además, el tiempo que el pH ruminal estuvo por debajo de 5,6 en las vacas control fue superior al de las vacas suplementadas. Los resultados positivos sugieren que la suplementación con levaduras redujo el riesgo y la gravedad de la acidosis subclínica.

En el rumen, el hidrógeno es un intermediario producido durante la fermentación. El hidrógeno metabólico no se acumula en el rumen porque es rápidamente utilizado por las arqueas metanógenicas, pero las bacterias acetogénicas hidrogenotróficas son también capaces de utilizar hidrógeno para la producción de acetato. Chaucheyras et al. (1995) observaron que la adición de células de levadura S. cerevisiae mejoraba el metabolismo hidrogenotrófico de las cepas acetogénicas y su producción de acetato. De esta forma quedaría menos hidrógeno disponible para las arqueas y, por consiguiente, se reduciría la producción de metano. Es importante señalar que la variabilidad en la respuesta a la inclusión de levaduras, además de estar relacionada con la dieta, también puede ser debida a la cepa de S. cerevisiae, ya que no todas tendrían el mismo grado de actividad en el rumen. Newbold et al. (1995) señalaron que se debe tener precaución en la selección de la levadura para asegurar que la cepa utilizada sea capaz de estimular la fermentación en el rumen.

En conclusión
Cabe destacar el efecto positivo de los aditivos probióticos en la alimentación de los animales rumiantes, que proporciona ventajas en los planos productivo y sanitario. Además, constituye en ambos casos una alternativa al uso de antibióticos, como promotores del crecimiento (prohibidos en la UE desde 2006) pero también de manera preventiva.
 
 

lunes, 6 de noviembre de 2017

Un fármaco para que los perros no pasen miedo con los fuegos artificiales

Un fármaco para que los perros no pasen miedo con los fuegos artificiales

Temblores, lloriqueos, nerviosismo y ansiedad son algunos de los síntomas comunes a todos los perros que escuchan fuegos artificiales. Un nuevo estudio propone ahora una solución para calmar a estas mascotas, protagonistas de #Cienciaalobestia, gracias a una medicación que podría ser administrada por los propios dueños.

La sensibilidad de los perros al ruido es uno de los problemas que más preocupan a los dueños. / © Fotolia

Con las fiestas navideñas cada vez más cerca, crece la preocupación de los dueños por sus mascotas. Cerca del 49% de las personas señalan que sus perros muestran miedo ante ciertos ruidos, y la reacción más común es la que se produce con los fuegos artificiales y los petardos. Estos estruendos generan gran ansiedad en los animales, y en la mayoría de los casos los síntomas no se tratan adecuadamente.

"La ansiedad puede afectar negativamente a la salud física, mental y social del perro, y por lo tanto reducir su calidad de vida", señala el autor

"La exposición regular a estímulos que inducen ansiedad a lo largo de un periodo de tiempo puede afectar negativamente a la salud física, mental y social del perro, y por lo tanto reducir su calidad de vida", señalan los científicos en un estudio publicado en la revista Veterinary Record.

El equipo, liderado por la Universidad de Pensilvania (EE UU), ofrece ahora un tratamiento médico como solución a los temblores y gimoteos de sus perros para aliviar el nerviosismo y el estrés ante estos ruidos que tantas consultas veterinarias generan.

Para mejorar el bienestar de los animales, los científicos desarrollaron una forma de gel oral de un fármaco llamado dexmedetomidina con efectos sedantes y analgésicos que podría ser administrado por los propios dueños en el hogar con la prescripción de un veterinario, por ahora solo en Reino Unido.

Un medicamento contra la ansiedad canina

La efectividad de la medicación se demostró en la víspera de Año Nuevo de 2012, cuando 182 perros con un historial de ansiedad aguda y miedo asociado con el ruido de fuegos artificiales recibieron gel dexmedetomidina (89 perros) o placebo (93 perros) cuantas veces fueran necesarias hasta un máximo de cinco ocasiones.

Los perros que tomaron el fármaco mostraron menos signos de miedo y ansiedad, como jadeo, temblor y vocalización

Los propietarios evaluaron los efectos generales del tratamiento, así como los signos y el grado de ansiedad y miedo de sus mascotas en varios momentos predefinidos antes y durante esta festividad, según el protocolo seguido en el estudio.

Los resultados demostraron que la mayoría de los perros –un 72%– presentó un efecto positivo al tratamiento con dexmedetomidina. Con el grupo de control con placebo, solo el 37% de los perros tuvo una buena reacción.  

Los perros que tomaron el fármaco mostraron menos signos de miedo y ansiedad –como jadeo, temblor, vocalización (lloriqueo, ladridos, gruñidos, aullidos), ritmo y micción inapropiada– que los perros en el grupo de placebo, a pesar del ruido de los fuegos artificiales.

"La dexmedetomidina redujo significativamente los comportamientos relacionados con el miedo y la ansiedad a lo largo del tiempo, y el efecto general y el éxito del tratamiento se encontraron superiores al placebo", concluyen los autores, quienes aseguran que la dosis utilizada fue segura y sin ningún efecto sedante clínico importante.

Referencia bibliográfica:

M. Korpivaara et al. "Dexmedetomidine oromucosal gel for noiseassociated acute anxiety and fear in dogs—a randomised, double-blind, placebo-controlled clinical study" Veterinary Record octubre de 2017

Fuente http://www.agenciasinc.es/Noticias/Un-farmaco-para-que-los-perros-no-pasen-miedo-con-los-fuegos-artificiales