Si Jack Andraka hubiera nacido en 1986 en vez de en 1997, ¿estaría Steve Jobs vivo? Nadie tiene la respuesta. Es más: nadie la tendrá hasta, probablemente, 2022. Y eso si todo va bien. Porque aproximadamente ese año será posible la comercialización del sistema de diagnóstico del cáncer de páncreas -el que mató a Jobs en 2011-, que inventó Andraka a los 15 años, es decir, en 2012.
El sistema llegará muy tarde a los 45.220 compatriotas de Andraka y Jobs a los que se descubrirá esa enfermedad este año, según una estimación de la Asociación Americana del Cáncer. De ellos, aproximadamente 33.915 morirán en 2014, dado que esa enfermedad tiene una mortalidad del 75% en el primer año. En 2018 solo seguirán vivos el 4%: 1.808 personas.
Al contrario que los tumores de colon o de mama, ese cáncer se esconde en el páncreas, en lo más profundo del cuerpo, y no tiene síntomas hasta que es demasiado tarde. Ahora, sin embargo, podemos estar ante un método revolucionario para descubrir a este asesino en sus primeros estadios de desarrollo, y que también podría aplicarse a otros tumores, como el de mama, ovarios, e, incluso, el de pulmón. Todo gracias a un niño de 15 años.
La inspiración de la revista 'Science'
Lo que Andraka ha creado es un marcador para el cáncer parecido a las tiras que permiten a los diabéticos practicarse una pequeña incisión en el dedo tras la cual un aparato no mayor que un teléfono móvil les dice cómo está la concentración de glucosa en su sangre.
El sistema de Andraka detecta mesotelina, una proteína cuya presencia en el torrente sanguíneo se dispara cuando aparece el cáncer de páncreas. Andraka, en una entrevista con EL MUNDO durante su participación en la conferencia Demand Solutions', del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explica que el coste del sistema es "de tres centavos de dólar. ELISA, que es actual método de diagnóstico del cáncer de páncreas, cuesta 800 dólares [592 euros]".
A Andraka se le ocurrió la idea mientras leía a escondidas en el instituto, en las afueras de Washington, un artículo de la revistaScience sobre los nanotubos de carbono, unas estructuras con un grosor equivalente al 0,00002% del cabello humano que transmiten la electricidad, mientras el profesor explicaba cómo los anticuerpos se combinan con determinadas proteínas en la sangre.
Las dos ideas se unieron en la mente de Andraka para generar lo que podría ser el acto de indisciplina académica (leer en clase) más afortunado de la Historia: ¿por qué no poner nanotubos con anticuerpos que reaccionen a la mesotelina y a continuación colocar en ellos una gota de sangre de una persona? Cuanta más mesotelina haya en la sangre, más se van a unir a ella los anticuerpos, con lo que se van a separar los nanotubos y, por tanto, van a transmitir peor la electricidad.
El fichaje de la Universidad Johns Hopkins
Andraka empezó a investigar. Tuvo suerte, porque la mayor parte de los estudios que necesitaba leer habían sido colgados on line gratis por las autoridades médicas estadounidenses. "Si hubiera tenido que pagar por los 500 papers que consulté, nos habría salido por unos 17.000 dolares [12.500 euros]" recalca.
Cuando tuvo las cosas claras, empezó a contactar a investigadores. "Pensaba que me iban a llover las invitaciones. Pero cada día, cuando me conectaba al correo electrónico, solo veía e-mails de rechazo", recuerda. Claro que viene de una familia "en la que se habla de ciencia en la mesa", hasta el extremo de que sus padres le han dejado a él y a su hermano mayor-que es también un científico precoz-que usen el sótano para sus experimentos, con una sola condición: "No usar material inflamable si ellos no están en casa".
Así que su madre, Jeane, que es enfermera, "me ayudó a hacer los emails más atractivos". Tras 200 rechazos, el oncólogo Anirban Maitra, del Hospital de la Universidad Johns Hopkins -el mejor hospital de EEUU, en la vecina Baltimore- le aceptó.
¿El Edison del siglo XXI?
Maitra no oculta su admiración por su ayudante. "En mi laboratorio les digo que piensen en Andraka como en Edison, el inventor de la bombilla. Nos esperan muchas bombillas", ha declarado al diario The Baltimore Sun. Pero, para el adolescente, fue difícil: "Lo más duro fue equilibrar mi vida personal con la del laboratorio, porque tenía que seguir yendo a clase y hacer los deberes". Hubo noches en las que no durmió, y días en que sus interacciones sociales se redujeron a Snapchat, un sistema de mensajes por móvil muy popular entre los adolescentes de EEUU.
Así hasta que en diciembre pasado, un domingo de madrugada, Andraka y el equipo de Maitra vieron cómo unos nanotubos detectaban mesotelina. A principios de 2013, los experimentos con ratas de laboratorio también fueron positivos. Es, todavía, un primer paso. Aún pasará tiempo antes de que Maitra y Andraka tengan elementos suficientes para escribir un artículo científico. Entretanto, Andraka sigue investigando. Ahora opta a un premio de 7,5 millones de euros de la Fundación Qalcomm para diseñar una máquina portátil que permita diagnosticar enfermedades y comunicar los datos a través de Internet.
Un gay premiado por el Papa
El sábado de la semana pasada, Andraka recibió el Premio Giuseppe Scaccia, que otorga el Vaticano todos los años a un joven que destaca en su área de actividad y que toma su nombre de un arquitecto que falleció a los 26 años de edad. El galardón no sería particularmente reseñable si no fuera porque Andraka nunca ha ocultado su homosexualidad. Interrogado por EL MUNDO, el investigador explica que "mi sexualidad, como la de cualquier otra persona, no debería ser la primera cosa que viene a la mente cuando se menciona mi nombre, pero, por supuesto, es parte de miidentidad". Andraka matiza que "no quiero hablar por el Vaticano, pero estoy contento de ser un 'puente' que una a todo tipo de personas en el mundo".
Fuente http://www.elmundo.es