La piqueta tiró un nuevo edificio levantado en un terreno prohibido y una marea negra brotó de los escombros en todas direcciones. Un millón y medio de cucarachas acababan de ser liberadas. Wang Pengsheng, quien había empezado el negocio seis meses atrás con la compra por 100.000 yuanes (12.000 euros) de 102 kilos de huevos de cucarachas, masticaba su mala fortuna.
Ocurrió el pasado 20 de agosto en Danfeng (provincia oriental de Jiangsu). La noticia sirvió para alumbrar un negocio tan pujante como desconocido. Las autoridades no habrían demolido la granja de haber sabido lo que encerraba, pero la cría de cucarachas no es un negocio que agradezcan los vecinos. Existen más de un centenar de granjas en China y el número crece exponencialmente al calor de la demanda de la medicina tradicional y la cosmética. Las cucarachas, tras ser alimentadas, son extraídas de sus nidos a paletadas o con métodos de absorción, se lanzan en cubas de agua hirviendo y se ponen a secar al sol.
Su precio se ha multiplicado por diez en apenas tres años: el medio kilo ha pasado de 1,5 euros a 15, aunque puede alcanzar hasta los 65 euros.