El fin de los medicamentos: cómo será el mundo sin antibióticos
"Es un día oscuro y lluvioso del mes de julio. La señora Xu ha perdido la cuenta, pero hoy es su decimoquinto día en aislamiento. Ella comenzó a tener dificultades respiratorias una semana después del cumpleaños de su hijo. Las dificultades respiratorias se convirtieron en tos seca y ésta en faringitis. Unos años antes el gobierno británico había endurecido la ley convirtiendo en delincuentes a las personas con enfermedades infecciosas que frecuentasen espacios públicos. Es el año 2043".
La portadora de una simple gripe, condenada a morir y a permanecer en régimen de aislamiento mientras agoniza. Se trata del arranque de The Drugs Don't Work: A Global Threat (Penguin Special), un libro a medio camino entre el ensayo y la ciencia-ficción distópica, con el que la directora del consejo de la Salud del Reino Unido, Sally Davies, intenta llamar de atención sobre las apocalípticas consecuencias de la acelerada resistencia a los antibióticos que se está desarrollando entre los humanos.
La que es una de las máximas responsables de la sanidad británica ya alertó en varios informes públicos sobre la "catastrófica amenaza" para la humanidad que implica la cada vez más extendida resistencia genética a los medicamentos antibióticos. El pasado mes de marzo, firmó un estudio en el que comparaba las consecuencias económicas y los riesgos para la salud a medio plazo con el terrorismo bacteriológico y el cambio climático. La elevada prescripción médica de antibióticos, su consumo irresponsable por parte de la población y su utilización en las granjas para acelerar el engorde de los animales ha provocado el surgimiento de superbacterias resistentes a los fármacos.
Sally Davies, directora del consejo de la Salud del Reino Unido.
El pasado año fallecieron 5.000 británicos por infecciones hospitalarias, aunque sólo la mitad fueron causadas por bacterias resistentes a los medicamentos. La Food and Environment reporting network eleva esta cantidad a 23.000 personas. Pese a que las cifras están lejos de significar un problema de salud pública a día de hoy, en menos de tres décadas nos encontraremos en el aterrador escenario dibujado en The Drugs Don't Work si no varía la tendencia, según asegura Davies. Sus razones, sustentadas en datos y en informes médicos y farmacológicos: "Estamos perdiendo la batalla contra las enfermedades infecciosas; las bacterias están adaptándose, evolucionando y haciéndose resistentes a los fármacos modernos; en definitiva, los medicamentos ya no funcionan".
Las bacterias resistentes se transfieren de animales a humanos
La pérdida de funcionalidad de los antibióticos para combatir las infecciones en el organismo se está produciendo a pasos de gigante desde hace apenas dos décadas. Sin estos fármacos, la medicina, la alimentación y la vida en general sería bien distinta a como la entendemos hoy en día. Enfermedades comunes que serían incurables; multitud de operaciones que, sin antibióticos, no podrían realizarse; una sociedad sumida en el pánico por el riesgo de contagio de personas enfermas, y una cadena alimentaria huérfana del principal elemento que permite acelerar el engorde de los animales y prevenirles de enfermedades contagiosas.
extendido uso de antibióticos en las granjas es una de las prácticas que están en el punto de mira de los científicos, pues "está asociado directamente con la transferencia de bacterias resistentes de animales a humanos", según concluía el estudio Diverse and abundant antibiotic resistance genes in Chinese swine farms publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Precisamente, elUn informe de la Food and Drug Administration (FDA) de EEUU concluyó que el 65% de las pechugas de pollo vendidas en Norteamérica contenían bacterias que hacían al consumidor resistente a la tetraciclina (uno de los antibióticos más usados). Asimismo, el 44% de la carne picada y el 11% de las chuletas de cerdo tenían bacterias que incrementaban la resistencia de cinco bacterias diferentes a los antibióticos.
Las cifras arrojan un poco de luz sobre el asunto: el 80% de la producción mundial de antibióticos se utilizan en animales destinados a la cadena alimentaria. Una cuestión que se ha convertido en los últimos años en uno de los principales quebraderos de cabeza de la Society for General Microbiology. Por el contrario, la industria farmacéutica no ha presentado avances científicos considerables relacionados con los antibióticos desde 1987, mientras los patógenos siguen adaptándose y evolucionando para hacerse resistentes a ellos. En 2004 había sólo cinco antibióticos nuevos en desarrollo.
El 80% de la producción mundial de antibióticos se emplea en ganadería.
Alexander Fleming ya advirtió cuando recibió el Nobel de Medicina en 1945 que el mal uso de la penicilina, con dosis demasiado elevadas, podría hacer que los microbios se volviesen resistentes y revertir así sus beneficios. La penicilina salvó multitud de vidas y fue uno de los mayores avances para la humanidad de este siglo. El simple hecho de pensar que el futuro podría parecerse a los tiempos previos a su descubrimiento, cambia por completo nuestra concepción del mundo.
Cuenta atrás para entrar en la "Era Post-antibiótica"
Como una ley natural, las bacterias desarrollan sus defensas contra estos medicamentos, pero se ha llegado al punto de que los avances en la industria farmacéutica son más lentos que los de las superbacterias.La E. coli o la Klebesiella son algunas de las más conocidas y extendidas. Otras menos frecuentes hasta la fecha, pero que ya se conocen como superbacterias, son las denominadas NDM-1, MRSA, MDRTB y C diff, todas ellas podrían convertir en intratables ciertas infecciones comunes.
La historia se repite con la diferencia que ahora se ha estancado el desarrollo de nuevos antibióticos. De hecho, la meticilina salió al mercado en 1960 y la resistencia a ésta se inició en 1962; la levofloxacina en 1996 y los primeros casos de resistencia se identificaron ese mismo año; el linezolid en 2000 y la resistencia a éste se produjo en 2001; la daptomicina en 2003 y los primeros signos de resistencia datan de año después
En 2009, y de forma reiterada este mismo año, los científicos dieron la voz de alarma sobre una nueva y mortal forma de resistencia, conocida como CRE, y a la que ningún antibiótico puede combatir. Concretamente, Thomas Frieden, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés) advirtió el pasado mes de septiembre que "si no tenemos cuidado, pronto entraremos en una era post-antibiótica".
¿El fin de la medicina moderna?
La Food and Environment Reporting Network, en colaboración con el periodista de investigación del Knight Science Jurnalism Program del MIT,Maryn McKenna, ha realizado un reportaje en profundidad sobre el cambio de paradigma que supondrá el fin de los antibióticos en el mundo de la medicina:
-El cáncer se queda sin tratamiento. La quimioterapia y la radioterapia causan una depresión en el sistema inmunológico, por lo que sin antibióticos el tratamiento se volvería tan peligroso como la propia enfermedad.
-Trasplantes, una decisión médica "muy poco ética". Las infecciones que generalmente se desarrollan en los órganos trasplantados sólo pueden combatirse mediante antibióticos. La decisión de realizar un trasplante sin tener la posibilidad de utilizar estos fármacos es para Michael Bell, jefe de la unidad de enfermedades infecciosas en el CDC, "muy poco ética desde el punto de vista deontológico". Lo mismo ocurriría con las quemaduras graves, muy susceptibles a infectarse: "Sería muy, muy, difícil mantener viva a la gente en las unidades de quemados de los hospitales sin antibióticos", añade Bell.
una de cada seis personas trasplantadas de cadera moriría, según los datos de un informe británico sobre los costes económicos de la sanidad del futuro. La cirugía se encuentra ante uno de sus mayores retos en el último siglo, pues las operaciones sin poder tratar las infecciones serán una "catástrofe", según Donald Fry, miembro del Colegio Norteamericano de Cirujanos.
Sin el uso de estos fármacos,-La desaparición de las UCI. La diálisis es uno de los tratamientos con más riesgos de infección. Al tratarse de un proceso mediante el que se entra en contacto directo con la sangre, cualquier tipo de infección bacteriana iría directamente a parar al corazón o al cerebro. Una posibilidad que también pondría fin a las unidades hospitalarias de cuidados intensivos (UCI).
-Drástico aumento de las tasas de mortalidad en el parto. Los antibióticos se emplean rutinariamente en los partos por cesárea, siendo los responsables de que el número de muertes por parto se convirtiesen casi en residuales en los países más desarrollados económicamente.
Un panorama en el que las parejas se plantearían seriamente la posibilidad de ser padres, en el que pocos serían los incautos que se atreviesen a salir a la calle sin mascarilla y que, como anticipa el director del departamento de medicina de la Universidad de Brown, Louis Rice, a nadie le interesaría tener un seguro médico porque cientos de viejas enfermedades serían intratables. El mero hecho de hacerse un tatuaje o una liposucción conllevarían serios riesgos para la salud.
La pelota está ahora en la capacidad y los recursos económicos que las industrias farmacéuticas destinen al desarrollo de nuevos fármacos frente a los que no existan resistencias. Sin embargo, la historia ha demostrado que ninguno es para siempre, y que las bacterias desarrollan también sus propias defensas de forma cada vez más acelerada. Por otra parte, la industria alimentaria también debería replantearse una limitación en el uso de antibióticos. Unos cambios que, según un informe económico del National Pork Producers Council publicado hace ya una década, implicaría un aumento del costo de producción de 3,3 euros más por animal.