Los llantos y el sufrimiento de su hija eran tales que el padre, en lugar de sacrificarlo, lo convirtió en escarabajo. Ella lo decoró con piedras preciosas y, aunque tuvo que casarse bajo obligación con otro hombre, siempre llevó a su amor verdadero como broche junto a su corazón.
Trasladándonos a la realidad, esta cruel práctica ha sido utilizada por mujeres para decorar sus trajes. Mediante un pegamento muy fuerte, adhieren piedras al caparazón del escarabajo al cual, además, se le coloca una cadena que va junto a un imperdible que sirve para sujetarlo con mayor seguridad a los vestidos. Así, el escarabajo se mueve por la ropa de quien lo lleve, moviéndose lo que la cadena le permita.
Para conservarlo vivo, las mujeres los guardan en frascos de cristal donde les añaden corteza o trozos de madera pero la realidad es que, por lo general, mueren de hambre por no estar en su hábitat natural. Asimismo, su utilización ha ido disminuyendo en gran medida, dado que los locales apenas lo llevan y a los turistas, aunque les sorprende y les llama la atención, no practican su uso.
Pese a que el origen de la tradición está en la leyenda maya, los historiadores no tienen datos que demuestren que dicha cultura utilizase estos escarabajos como decoración. Existen alternativas para que, aún así, la leyenda no se pierda, como crear esta joya de forma artificial e incluso llevándolo a otras disciplinas artísticas.