El gibón,un pequeño simio que habita en los bosques tropicales del sudeste asiático, se ha convertido en la última herramienta que ayudará a los científicos a entender mejor los mecanismos de enfermedades como el cáncer. Un equipo internacional de científicos ha secuenciado el genoma completo de este simio, el último cuyo material genético quedaba por descrifrar. El resultado de la investigación, que contribuirá a entender mejor cómo cambia el ADN durante el proceso evolutivo, se ha publicado hoy en la revista Nature.
El trabajo, dirigido por la Oregon Health & Science University, ha contado con participación española, en concreto del Instituto de Biología Evolutiva --centro mixto del CSIC/UPF-- y el Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG) de Barcelona, donde se ha hecho parte de la secuenciación y los análisis genéticos de los gibones utilizados en la investigación. Un trabajo que, como asegura a EL PAÍS Tomàs Marques-Bonet, investigador de estos dos centros, permitirá entender mejor qué nos hace humanos.
"Durante 15 años los científicos hemos estado secuenciando el genoma de los individuos vivos más cercanos evolutivamente al hombre. Empezamos con el chimpancé y poco a poco hemos ido llegando a los más lejanos. El último es el gibón, y con él cerramos un capítulo en el proceso de comprender el genoma humano y empezar a mirar con detalle las regiones que son específicamente humanas", explica Marques-Bonet. "Estas regiones obviamente podrían estar relacionadas con enfermedades que solo tenemos los humanos. Ahora nos esperan años y años de trabajo para entender los genomas. Esta última herramienta se suma a las que han proporcionado los otros grandes simios para entender esas regiones que solo pertenecen a nuestras especie, para luego relacionarlas con nuestras peculiaridades, entre ellas, con nuestras enfermedades". añade.
El genoma del gibón es el que más reorganizaciones cromosómicas tiene de todos los simios. En otras especies, como los humanos, estos cambios estructurales en el ADN son consecuencias de enfermedades graves, como el cáncer. Sin embargo, no ocurre así con los gibones: ellos han superado este obstáculo. "Ahora tenemos que tratar de encontrar mecanismos que expliquen el efecto de estas reorganizaciones, ver si tienen que ver con las células tumorales, con cómo se crean los tumores", señala el investigador. "Los gibones pueden ser un buen modelo para estudiarlo. Hemos explicado el cómo, pero ahora falta el por qué. Por qué estos animales son resistentes a estos cambios cromosómicos, a diferencia de los humanos", añade.
La secuenciación del ADN del gibón ha sacado a la luz un elemento hasta ahora inédito entre los homínidos, una secuencia de ADN denominada LAVA y de la que estos animales poseen más de mil copias a lo largo de todo su genoma. Se trata de una novedad en el proceso evolutivo, que los investigadores tendrán que seguir estudiando. "A nivel técnico, en los últimos años hemos hecho un enorme progreso: ahora ya sabemos leer muchos genomas. La gran incógnita, el reto de la biología de este siglo, es entender esos genomas. Una de las herramientas más poderosas es la genómica comparativa, evolutiva o no", asegura Marques-Bonet.