Descubren cómo la bacteria de la tuberculosis se adapta al estilo de vida de su hospedador
El equipo de investigación de la Universidad de Zaragoza que trabaja en el desarrollo de la nueva vacuna contra la tuberculosis acaba de dar un paso más en la lucha contra esta enfermedad al descubrir los mecanismos por los que la bacteria Mycobacterium tuberculosis se adapta a los estilos de vida de su hospedador. La revista científica PLOS Genetics publica el hallazgo realizado por este equipo español, integrado por los miembros del grupo Genética de Micobacterias de la Universidad de Zaragoza, que lidera el catedrático Carlos Martín.
Jesús Gonzalo-Asensio es el autor principal de este estudio, en el que han participado Irene Pérez, Nacho Aguiló, Santiago Uranga, Ana Picó, Carlos Lampreave, Alberto Cebollada, Isabel Otal, Sofía Samper, además de Carlos Martín. Estos investigadores, pertenecientes al CIBER de Enfermedades Respiratorias, han descifrado cómo una secuencia de DNA es importante para la adaptación de la bacteria que causa la tuberculosis a las diversas poblaciones humanas. El transposón IS6110, ampliamente usado en el diagnóstico y la epidemiología molecular de la enfermedad, se perfila como una excelente estrategia de la bacteria para adaptarse a su hospedador.
Mycobacterium tuberculosis es la bacteria que causa la tuberculosis en humanos y las bacterias aisladas de diferentes pacientes son idénticas en más de un 99,99% de su genoma. A pesar de todo, las pequeñas diferencias genéticas existentes entre las dispares bacterias se pueden detectar por métodos moleculares. Este concepto es la base de los estudios epidemiológicos que permiten detectar cadenas de transmisión, brotes epidémicos o incluso asociar determinadas bacterias a diferentes poblaciones.
Tal y como recuerdan desde el campus público aragonés, localizar estas diferencias genéticas es muy importante porque da pistas sobre las estrategias que usan las bacterias patógenas para adaptarse a los humanos. Así, este conocimiento puede ser aprovechado para combatir las infecciones.
En el caso de Mycobacterium tuberculosis, se sabe desde hace más de 25 años que una secuencia de DNA conocida como IS6110 es capaz de "saltar" de un lado a otro del genoma de la bacteria. En función de los "saltos" de la IS6110 podemos seguir la evolución del patógeno y esta ha sido precisamente la base para su clasificación epidemiológica. Durante más de 25 años la Universidad de Zaragoza ha investigado los saltos de la IS6110 en más de 2.000 aislados de Mycobacterium tuberculosis.
Tras estudiar en detalle la IS6110 en la colección de aislados, los autores han detectado que en los bacilos de la tuberculosis aislados de pacientes de origen asiático la IS6110 ha sufrido más saltos a lo largo de su evolución que en las bacterias aisladas de pacientes de ciertas regiones de África. Esto les llevó a pensar que la IS6110 podría relacionarse con la adaptación de la bacteria que causa la tuberculosis a las diferentes poblaciones humanas. Los autores validaron esta hipótesis demostrando como la expresión del gen de la IS6110 es proporcional a los saltos que produce. Además, los autores utilizaron un modelo experimental de la enfermedad para demostrar que la IS6110 apenas salta en la bacteria que causa tuberculosis en vacas mientras que salta mucho más en la bacteria que causa la tuberculosis en humanos.
El estudio de las secuencias de DNA móvil también conocidas como transposones le valió el premio Nobel a Barbara McClintock en 1983. Hoy, el estudio detallado del transposón IS6110 en Mycobacterium tuberculosis ha permitido desvelar, que aparte de su gran utilidad en epidemiología molecular de la tuberculosis, tiene también una enorme importancia biológica para la bacteria en su proceso de adaptación a los humanos. Este estudio abre nuevas perspectivas para descifrar los mecanismos por los que esta bacteria causa la enfermedad y se adapta a los estilos de vida de su hospedador.
La tuberculosis sigue siendo la enfermedad más letal, causando 1,7 millones de muertes al año. Actualmente solo hay una vacuna disponible a nivel mundial: el bacilo de Calmette-Guérin (BCG). Esta vacuna, que se utiliza desde 1921, protege a los niños contra las formas graves de tuberculosis. Sin embargo, la BCG tiene poca o ninguna eficacia en la prevención de la tuberculosis pulmonar en adolescentes y adultos, que es la forma más común y contagiosa de la enfermedad. Por lo tanto se necesitan con urgencia soluciones más eficaces. Entre las opciones, la MTBVAC (que también desarrolla el grupo de Carlos Martín) es una de las más firmes candidatas.