En los últimos años, los huevos de gallina blancos han desaparecido de las estanterías de la mayor parte de los mercados españoles, dejando su lugar a los de color marrón. Las diferencias nutricionales entre ambos tipos de huevos son muy escasas y no justifican la sustitución de los tradicionales huevos blancos por los pardos.
Por ello, los autores del blog "Directo al paladar" han investigado qué razones se esconden detrás de este curioso hecho, para llegar a la conclusión de que el cambio se debió a una simple decisión comercial motivada por los hábitos del consumidor. Al parecer, los huevos morenos se vendían mucho mejor que los blancos.
Inicialmente, los productores avícolas distribuían huevos blancos, entre otros motivos, porque su color transmitía una imagen de limpieza e higiene de la que carecían los marrones. Además, las gallinas blancas son más pequeñas que las pardas, por lo que ocupaban menos espacio en sus granjas y, además, necesitaban una menor cantidad de comida.
Los huevos pardos quedaron reducidos a los que ponían las gallinas que criaban las personas que vivían en pueblos. Este hecho motivó que, de forma inconsciente, el público empezara a asociar el huevo marrón con un producto rico y natural, procedente de aves que vivían en semilibertad. La demanda de este curioso producto aumentó.
Al darse cuenta de ese hecho, los productores comenzaron a sustituir las gallinas blancas por las pardas, que, además, resultaron ser mejores ponedoras. Desde entonces, los huevos marrones procedentes de granjas masificadas han inundado el mercado.
Noticia de abc.es